Toda sociedad en momentos determinados de su historia atraviesa por ciertas transformaciones generacionales. La generación Z no vive ni se comporta como la hacía la generación de los baby boomers o la generación X. Ciertos cambios sociales, tecnológicos, políticos, históricos han condicionado el comportamiento de cada una de estas generaciones. Siendo esto verdad, lo que acontece en este momento en el mundo occidental, no es que estemos atravesando por otro cambio generacional como todos los anteriores; lo que ha acontecido es que se ha llevado a cabo un radical cambio de paradigma.
En otras palabras, no sólo la moda y la forma de comportarse de la juventud ha cambiado, ha cambiado, de forma drástica y fundamental, la manera de ver y entender el mundo, la vida, el ser humano y la misma realidad. Se ha establecido en la sociedad una nueva cosmovisión, una nueva mentalidad. Efectivamente, hemos pasado de ser una sociedad ligeramente cubierta por una fina pátina de cristianismo, que de alguna manera condicionaba el funcionamiento de las más altas instancias e instituciones del Estado, del ámbito académico, la familia, los medios de comunicación, las relaciones humanas, la cultura y la sociedad en general; a ser una sociedad en la que se ha instaurado de forma definitiva lo que dio en llamarse desde hace ya algunos años, una actitud postmoderna y post-cristiana.